Monumentos populares: evolución de lo sagrado en el espacio urbano de la Ciudad de México
En-claves del pensamiento
Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, División de Humanidades y Ciencias SocialesLa historia de la Ciudad de México ha presentado una evolución en la sacralización de su espacio urbano a través de la construcción de distintos monumentos populares que han llegado a constituirse, en un tiempo determinado, como paradigmas de sacralización del espacio urbano. El presente artículo pretende evidenciar esta evolución como para concluir que los altares callejeros son el actual paradigma de sacralización del espacio urbano de la Ciudad de México.

			A lo largo de la evolución del espacio urbano en la historia de la Ciudad de México se han construido monumentos populares 
			 
				 
				Los monumentos populares son aquellas construcciones realizadas en el espacio urbano con el fin de exaltar la memoria advirtiendo los anhelos o ideales de una sociedad o comunidad que, organizada, contribuye en su realización ante la veneración de los símbolos que representa. El que monumentos populares tan distantes entre sí (como un altar callejero de un monumento patrio) sean populares radica en el hecho de que son la expresión física de una sociedad que se da forma a sí misma en la búsqueda de un querer ser de cierta forma. Son monumentos porque son y serán la memoria física de una sociedad en evolución; además de que otorgan significado a lugares urbanos poco articulados en la vida cotidiana. El carácter de monumento radica en su capacidad de vincular la memoria popular y el espacio urbano con estrategias que son más o menos compartidas por la sociedad que vive ese espacio urbano. 
			1 inscritos en un campo de tensión dialéctica entre lo sagrado y lo laico que hace necesario proponer un análisis histórico-crítico de los mismos para saber cómo es que la sacralización del espacio urbano y la de la esfera pública funciona a través de ellos.

			Los monumentos populares se definen según la función que desempeñan al sacralizar el espacio urbano, pero, ¿ha habido situaciones coyunturales que favorezcan su construcción? Esta pregunta de investigación subraya su importancia, como el caso de los altares callejeros

			

				

				En esta investigación se hace énfasis en los altares callejeros que muestran santos de la Iglesia católica apostólica y romana por su capacidad de acción, a diferencia de otros cultos que son poco extendidos.

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			El hilo conductor que une las situaciones coyunturales de la sociedad mexicana desde la época prehispánica hasta nuestros días será el estudio de la sacralización de una esfera pública que se traduce en maneras distintas de participar en la construcción del espacio urbano. Si bien los altares callejeros pueden tener una 'función cotidiana - articulada a la protección, a la construcción de memoria y al manejo de los espacios liminales- [y son] elementos que buscan poblar con rostros y nombres propios el espacio del anonimato urbano',

			

				

				Ana María Portal, 'Las creencias en el asfalto: La sacralización como una forma de apropiación del espacio público en la ciudad de México',
El objetivo de este artículo consiste en mostrar una evolución de los monumentos populares como un mecanismo sacralizador del espacio urbano de la Ciudad de México, según la interpretación que se tiene en ella de lo sagrado a lo largo de su historia. Esto permitirá demostrar, a través de un estudio transdisciplinario, cómo es que se llegó al paradigma actual de sacralización del espacio urbano de la Ciudad de México que son los altares callejeros. 
			 
				 
				Es necesario mencionar que, entre los altares callejeros, los que pertenecen al culto católico son los que más se adecuan a este paradigma, ya que el clero de la Iglesia católica (de mano de la feligresía) ha aprovechado en gran medida la reestructuración de su red nodal religiosa en un Estado débil, presentando la oportunidad de fortalecer esta red constituida por Catedrales, Basílicas, Parroquias, Templos y Capillas hasta Altares Callejeros para lograr la integridad del corpus de creencias al controlar el conjunto de prácticas y así evitar, en lo posible, la superstición y la herejía. Los altares callejeros a la Santa Muerte quedan fuera de esta red nodal y se insertan en otra que carece de la amplitud, forma y universalidad del culto católico romano. 
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		Tenochtitlan se fundó físicamente en el lago de Texcoco, pero se fundó ideológicamente en Teotihuacan, con una historia religiosa que permaneció parcialmente oculta para la religiosidad mexica, a ojos de Laurette Sejourné. Ella concebía a Teotihuacán como la legendaria Tollan,

			

				

				Laurette Sejourné,
Sejourné problematiza en torno a la contradicción existente en el universo religioso mexica que, 'al mismo tiempo que manifestaciones de una innegable grandeza moral, ofrece aspectos de barbarie absoluta que detienen cualquier impulso de comprensión',

			

				

				Sejourné,
Si nos negamos a considerar como naturales, costumbres que, cualesquiera que sean el lugar y el momento, no pueden ser más que monstruosas, discerniremos pronto que se trata en realidad de un Estado totalitario cuya existencia estaba basada sobre el desprecio total de la persona humana. Si todo hubiera sido tan simple, ¿para qué la autoridad y la disciplina implacables que dominaban Tenochtitlan? […] toda libertad de pensamiento o de acción era inconcebible en el mundo azteca. Leyes, sentencias y prescripciones sin número indicaban el comportamiento que se debía observar en cada circunstancia de la vida, estableciendo un sistema en el cual la determinación personal estaba ausente, donde la dependencia y la inestabilidad eran absolutas y en donde el miedo reinaba. La muerte planeaba en cada instante sobre todos y cada uno y constituía el cimiento de este edificio en que el individuo estaba prisionero.

			

				

				
En la Ciudad de México-Tenochtitlan, bajo el Imperio mexica, todo era religión porque el Estado lo era todo y necesitaba esta fundamentación ideológica para desplegar todo su terror en la búsqueda del control político y social. Pues bien, la profesión de esa religión de estado requirió una sacralización del espacio urbano que habrían sido el sueño de la propaganda nazi del siglo XX: una ciudad en el que las masas atendieran a los ritos de exaltación del Estado totalitario de manera cotidiana y sin falta en el fallido intento de una comunión. Lo que Albert Speer ensayó en su Catedral de Luz (

				 
			

			
				 
			

			Así es como el poder ideológico del Estado totalitario mexica convirtió la religión en un
En 1521, al llegar la conquista, el agotamiento del sistema de creencias es evidente frente a aquellos rituales en donde toda la ciudad se convertía en un templo gigantesco, que tenía como bóveda el cielo que lo cubría y como altar el gran centro ceremonial, en donde se encontraba el gran teocalli, que se alimentaba (literalmente) de la sangre de los individuos.

		Las similitudes sustanciales de ambos corpus de creencias (de la religión náhuatl y de la católica) permitieron construir un nuevo edificio religioso: Nanahuatzin se sacrifica a sí mismo para crear el Sol, Quetzalcóatl hiere su miembro para dar origen a la humanidad y Cristo acepta el destino de sacrificarse por toda la humanidad; a partir de ambas cosmogonías parece afianzarse una didáctica del sacrificio. Tanto Nanahuatzin como Cristo son pobres y es bajo este esquema redentor que el desposeído todavía puede tener una especie de salvación. Era indispensable justificar de alguna manera que dentro de los planes de una inteligencia mayor existía un mandato que exigía que la sociedad fuera diversa 
			 
				 
				Portal, 'Las creencias en…', 64; existe una liga conceptual entre diversidad y desigualdad: 'La ciudad de México es -por sus dimensiones, por la intensidad de su poblamiento y su histórica desigualdad- un espacio en donde se expresa la diversidad cultural y social del país'. Al parecer esta liga entre diversidad y desigualdad es inmemorial. 
			11 y, por ende, desigual, injusta y heterogénea. La Iglesia y el Estado español de los Habsburgo comenzaban a caminar juntos.

			Las hornacinas urbanas, los misterios, los monumentos patrios y los altares callejeros, entre otros, son estructuras que se convertirán en mecanismos para acentuar una teatralidad urbana en la Ciudad de México y detrás de todas esas estructuras se manifiesta la necesidad de resolver (o al menos paliar) una serie de tensiones sociales entre los beneficiados por un sistema desigual y los desposeídos, porque una sociedad que legitima la desigualdad jurídica disfrazada de diversidad necesitaba un aparato monopólico que lo uniera todo: el poder espiritual de la Iglesia católica, un estado y una religión… otra vez, casi como en el Imperio mexica, pero existían dificultades al fundar esa nueva sociedad.

			Ahí ocurre la hierofanía.

			

				

				La hierofanía es, a grandes rasgos, la manifestación de lo sagrado ante todos. Mircea Eliade profundizó en la definición del concepto. Mircea Eliade,
Después de construir los cimientos de la nueva nación sobre una base religiosa, se construiría el edificio estatal en la legitimidad de un orden diverso de cosas que necesitaba un sistema de castas como estructura que mantuviera esa desigualdad. Nueva España heredaba un sistema político de gobernanza difícilmente conciliable para todo el Imperio, porque no todos eran iguales, así que 'el Estado que presidió este vasto imperio era en sí mismo un montaje destartalado, unido tan sólo, en último término, por la persona del monarca [...]. Sus articulaciones fueron, quizá, las más débiles y heteróclitas'.

			

				

				Aunque aquí Perry Anderson no reconoce el valor ideológico de la Iglesia católica, que se encargó por trescientos años de remendar ese 'montaje destartalado' que legitimaba en la persona del monarca al elegido por Dios como cabeza del Imperio. Perry Anderson,
Las hornacinas virreinales (

				 
			

			 Estas estructuras investigadas por Guadalupe Toscano,

			

				

				Guadalupe Toscano,

				 
			

			 El construir capillas en el espacio urbano (aunque 'extramuros' de la Ciudad de México) presentaba el inconveniente de que alguien pudiera pernoctar en ellas; la solución presentada por Cristóbal de Medina Vargas

			

				

				Martha Fernández,
Además de las hornacinas y los misterios, los humilladeros desempeñaban el importante papel de fiscalizar el carácter público de la religiosidad católica de los súbditos de la corona española; que si bien para las élites masculinas era indispensable manifestar públicamente su fe asistiendo al templo católico (ante un sistema Iglesia-Estado del cual se beneficiaban y que esperaba una reciprocidad leal), en el caso de los hombres de las clases menos privilegiadas no resultaba tan fácil obligar a una sumisión al Estado español a través de la ideología construida por la Iglesia católica. Torquemada

			

				

				Juan de Torquemada,
Con la Religión católica podía justificarse la permanencia de múltiples conflictos que partían de una profunda injusticia material escrita en las leyes, lo que construía una
La evolución de este orden llevó en el siglo XVIII a un cambio de paradigmas 'que respondían a una nueva concepción del Estado, que consideraba como principal tarea retomar los atributos del poder que antes se habían delegado en grupos y corporaciones',

			

				

				Enrique Florescano y Margarita Menegus, 'La época de las reformas borbónicas', en
Quizás el cambio más importante inducido por las reformas borbónicas fue un cambio en los valores y las mentalidades, un cambio que introdujo una nueva concepción del Estado, la sociedad y los valores humanos y comunitarios. La gran revolución que precipitó la separación entre religión y educación, entre teología y ciencia, y entre estado religioso y sociedad profana, tuvo como escenario los años de 1770 a 1810, cuando el mismo monarca español decidió gobernar sus posesiones con los principios ilustrados e impulsó proyectos políticos e institucionales que transformaron la vida del virreinato. El empuje de este embate modernizador afectó los fundamentos en que se asentaba la sociedad novohispana.

			

				

				
El punto de inflexión que marca el cambio en la concepción del espacio urbano de la ciudad como espacio de acción de la Iglesia católica a la ciudad como espacio público laico es una escultura: el caballito de Carlos IV (

				 
			

		Durante el siglo XIX, la Iglesia católica intentó preservar sin éxito un orden que ya no se ajustaba a una sociedad mexicana que había evolucionado durante el siglo XIX, después de haber utilizado por tres siglos su enorme poder corporativo para diseñar el espacio urbano de la ciudad, por lo que ésta se retrajo del espacio público: ya no se construyeron tantas hornacinas, misterios ni humilladeros.

			Ante la derrota de los poderes conservadores en la Guerra de los Tres Años (del 17 de diciembre de 1857 al 1º de enero de 1861), la Iglesia católica apoyó una intervención francesa que intentó colocar a Maximiliano de Habsburgo como emperador de México, pero lo contradictorio es que éste se dedicó a concebir un espacio público laico, por lo que no propuso nada similar a lo que eran las hornacinas virreinales, sino que encargó varias esculturas laicas, entre las que destaca la escultura de José María Morelos 
			 
				 
				Obra del escultor Antonio Piatti. La estatua se encuentra actualmente en la Colonia Morelos, a la cual dio nombre en los límites con Tepito, en un estado de cuidado actual que deja mucho que desear. Maximiliano escogió como emplazamiento original la llamada Plaza Guardiola que se encuentra frente al Palacio de los Condes del Valle de Orizaba (Casa de los Azulejos), lo que, sumado a un torrente de acciones políticamente equívocas, contribuyó a ganarse la animadversión de sus partidarios conservadores. 
			23 que develó Maximiliano mismo el 16 de septiembre de 1865.

			La idea del espacio público de la ciudad para Maximiliano era la misma que corría en el curso de la Historia desde el Estado español de los Borbones a pesar de los esfuerzos de la Iglesia católica por regresar a un orden previo, en donde el espacio urbano sólo debía concebirse religioso. A Maximiliano le parecía
El período de la República restaurada (1867-1876) vería un ritual interesante el 23 de julio de 1872, cuando se llevaron a cabo los funerales de Benito Juárez con una procesión que inició en el Palacio Nacional y que terminó en el panteón de San Fernando. Benito Juárez, luchador incansable del Estado laico comenzaría su marcha a una sacralización laica: sería un héroe cuyos restos descansarían en un mausoleo mandado a construir a manera de un templo griego con su escultura en mármol de Carrara de una sola pieza obra de los hermanos Juan y Manuel Islas. Durante la presidencia de Sebastián Lerdo de Tejada se encargaría la obra y sería el 18 de julio de 1880 cuando se inauguraría por el ya entonces presidente Porfirio Díaz.

			La sacralización del estado laico del siglo XIX también se puede ver en la construcción del Hemiciclo a Juárez en la Alameda o en la columna de la Independencia, al que popularmente se le llama 'Ángel de la Independencia', por un país cuya gente tal vez estuvo más acostumbrada a la iconografía católica con sus ángeles que a la iconografía griega que identifica a Niké como la advocación de Atenea, la victoria alada; porque en realidad la Columna de la Independencia representa esa victoria.

		La revolución mexicana cambiaría la manera de sacralizar el espacio público porque evolucionó la manera de constituir la esfera pública: El PNR-PRM-PRI como movimiento político unificador a través de medios corporativos fue alimentado no solamente por una élite gobernante, sino por una gran mayoría que veía en el corporativismo una manera de formar parte de una negociación que podría mejorar su calidad de vida.

			Formar parte de un sindicato era esencial en la vida de un trabajador para no quedar 'desamparado',

			

				

				El 'desamparo' y el 'hacer el paro' (proteger) son dos conceptos analizados ampliamente por Laura Roush, 'La informalidad, la Santa Muerte y el infortunio legal en la Ciudad de México', en
Ese fiel de la balanza política que fue el PRI, por aproximadamente setenta años, estaba listo desde su nacimiento para constituirse dentro de un discurso hegemónico que también necesitaba para fundamentar ideológicamente su existencia. Esto era el paso lógico o natural (por así decirlo) que se hacía de manera paralela a la consolidación de la estructura política del Estado mexicano, sobre todo después de la existencia de un vacío ideológico que la Iglesia católica no podía cubrir y que correspondía a la necesidad ideológica de sacralizar el nacionalismo mexicano. El vacío sacro-ideológico tendría que ser sustituido por una iconografía nacional en donde el cabello blanco de Miguel Hidalgo, la pañoleta de José María Morelos, el peinado de Benito Juárez y los bigotes de Emiliano Zapata y Lázaro Cárdenas debían ser reconocidos visualmente a manera de símbolos

			

				

				Carolina García y María Teresa Martín. 'Religiosidad popular: exvotos, donaciones y subastas', en
Una posible explicación a la pobre construcción de monumentos populares que sacralizaran en formas católicas el espacio público durante el establecimiento del estado de bienestar mexicano podría ser que el Estado necesitaba una forma ideológica similar a la religiosa, estableciendo dogmas provenientes de pactos sociales realizados a lo largo de los años. Estos
Las hornacinas pudieron desaparecer del espacio público porque la esfera pública pertenecía a un Estado de bienestar que dictaba que en la exaltación de la patria los monumentos debían ser institucionalizados: Juárez, Hidalgo, Morelos, Cárdenas, Madero, etc.: ellos eran los nuevos
La plaza pública de un pueblo cualquiera ya lo colocaba en un plano superior y sagrado, pero con los monumentos patrios, ese pueblo formaría parte de ese gran orden institucional del México posrevolucionario; se saldría del caos del

				 
			

			Situado en el subconsciente, lo religioso de los mexicanos en esa época exigía reafirmar el 'mito' de la Revolución; ya que era necesario fundar hospitales, escuelas, bibliotecas y entre tanta construcción los monumentos públicos tenían un papel muy importante al ser develados en una especie de ritual por el presidente de la República, quien actuaba como un
La configuración de los estados nacionales satisfacía la necesidad psicológica de pertenencia en donde 'el individuo experimentaba el sentimiento de pertenecer a un sistema social y cultural estable en el que poseía un lugar bien definido';

			

				

				Erich Fromm.
La estructura del país configurada a partir de la Revolución como mito al que se dirigían los esfuerzos sacralizadores del espacio público evolucionaría hasta entrar finalmente en una crisis profunda de la cual no se recuperaría jamás, haciendo que el PRI cesara su tarea como fiel de la balanza política nacional.

			

				

				Krauze,
Los sexenios que abarcan los años 1970-1982 muestran un quiebre profundo en el sistema de acumulación capitalista y en la interpretación del pacto social que se había gestado a partir de la Revolución mexicana, porque las crisis comenzaron a devorar los ahorros de toda la vida de una generación que vio cómo, al final del sexenio de Luis Echeverría Álvarez,

			el fracaso del experimento populista era claro: el peso se desplomaría al final del sexenio de 12.50 a casi 25 pesos el dólar; la deuda externa se había triplicado (de 8 000 a casi 26 000 millones de dólares) y el salario real, comparado con los años del 'desarrollo estabilizador', había caído a la mitad.

			

				

				
Siguió el sexenio de José López Portillo con peores resultados. En el plano sociopolítico, 'el quiebre profundo de la relación estatal mexicana se expresó en 1988 bajo la forma de una
El vacío dejado por el PRI llevó a la organización de la sociedad civil y a la constitución de partidos políticos de oposición, pero dejó un hueco en la religiosidad popular laica, pues ante la falla sistémica, se dejaban de cumplir las promesas de la Revolución demostrando que ésta había muerto con todo su panteón de héroes y antihéroes y la necesidad de migrar llevaría a dar la espalda a aquello que se constituyó como sagrado para la ideología de Estado:
Ya desde la década de 1980 (si no es que desde antes), se empezaron a construir en el espacio público de la Ciudad de México los módulos de vigilancia policial

			

				

				Es necesario aclarar que los módulos de vigilancia policial, aunque tengan un carácter arquitectónico cercano al de los monumentos populares, no son monumentos populares al no existir en ellos elementos de memoria o sacralización. A ese nivel se rebajó la sacralización laica del espacio público, pues los monumentos patrios respaldaban visualmente el pacto proveniente de la Revolución y los módulos de vigilancia evidencian, con todo su abandono, la muerte de ese pacto.

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			El carácter de las hornacinas, los altares callejeros y los módulos de vigilancia policial están muy cercanos, porque su destino implica, entre otras cosas, brindar seguridad (espiritual o física), pero como las cruzadas contra la
Este vacío a finales del siglo XX fue aprovechado por el catolicismo (y la Iglesia católica) que se fortalecieron en un clima de incertidumbre política, económica y social que contribuiría a la construcción de los altares callejeros. El presidente Carlos Salinas realizó acercamientos con la Iglesia católica tal vez sin saber que el poder corporativo de ésta no había sido destruido, sino que más bien hibernaba para despertar reclamando no sólo el espacio urbano, sino el público y la esfera pública, como se podía ver en las homilías del domingo pronunciadas por el Cardenal Norberto Rivera Carrera, predecesor de Carlos Aguiar Retes en el Arzobispado de México.

			Durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari se cambiaron muchos paradigmas del anterior pacto social que desembocaron en la reinterpretación del Estado mexicano con bases en un modelo neoliberal que era, para bien o para mal, una salida del callejón. Los cambios de paradigma al anterior pacto social se

				 
			

			La transferencia de empresas de propiedad pública que se habían vuelto improductivas y poco rentables serían privatizadas, buscando una mejor calificación crediticia en el campo internacional para atraer inversiones y resolver las constantes crisis económicas a las que el partido había arrastrado al país. Pero a pesar de una percepción generalizada de que
Si bien el PRI ya no era el fiel de la balanza política desde hacía casi dos décadas, en el año 2000 esta abstracción logró materializarse con el triunfo del candidato del PAN, Vicente Fox Quesada, para convertirse en presidente en el sexenio 2000-2006. Pero ya era tarde, porque la alternancia partidista ya no garantizaba la construcción de un nuevo proyecto de nación, y a esto se añadirían los vicios de una democracia ficticia (monarquía hereditaria no consanguínea) que caminaba hacia a una democracia plena: porque subsistían viejas prácticas en los gobernantes y en los gobernados.

			El vacío profanado de la religiosidad laica de la Revolución se ha intentado llenar con el actual resplandor casi religioso de la democracia
En todo caso, la

				 
			

			El nuevo pacto estatal y político sólo se circunscribió a la clase política que se configuró como un comité de explotación de recursos materiales y humanos. A esto se le añadió el paradigma neoliberal de la economía y la configuración del estado mínimo que devino en ultramínimo, según las concepciones de Nozick,

			

				

				Robert Nozick,
Los altares callejeros 
			 
				 
				Hay que reiterar que los altares callejeros aquí mencionados se refieren mayormente a los que representan imágenes de la religión católica, ya que éstos, a diferencia de los que son realizados por el culto de la Santa Muerte, forman parte de una red mucho más fortalecida entre los templos, de modo que las misas celebradas comúnmente en ellos el 12 de diciembre y/o el 28 de octubre de cada año pueden constituir un verdadero paradigma de sacralización del espacio urbano. 
			39 son ahora el paradigma de sacralización del espacio público de la ciudad, construidos por iniciativa de una persona o grupo que decide sacralizar el espacio público. Al parecer existe una necesidad de influir en el orden de las cosas para que sean favorables; este orden de las cosas puede ser concebido como la Divina Providencia que proviene de Dios, en donde los santos son encargados de abogar ante Él para disponer un orden de las cosas en el que los que le otorgan lealtad y le rezan sean beneficiados en él.

			Ante el agotamiento del Estado de bienestar, la manera de acceder a una serie de derechos sociales se logra a través de intermediarios y 'en estos escenarios de sectores informales, la ilegalidad va más allá de violaciones discretas a la ley e incluye condiciones impuestas que no son elegidos (
En un proceso de feudalización del Estado mexicano, que hace que el gobierno carezca del monopolio de la violencia, los símbolos se vuelven desacralizados y cada vez más prácticos, sin ser compartidos por el grueso de una población que no ve en ellos un proyecto de nación, como es el caso del Monumento Magno Conmemorativo del Centenario del Ejército Mexicano (

				 
			

		La crisis es el escenario en donde los altares callejeros tendrán una función más allá del espacio público porque intentarán llenar los huecos de la fatalidad y se vuelve indispensable un abogado celestial que interceda ante los designios de la Divina Providencia. Estos altares no son un evento aislado, porque forman parte de todo un mecanismo dirigido a paliar las grietas de la ley de un Estado en crisis y reflejarán lo siguiente:

			

				 La capacidad autogestiva de las comunidades (aunque sólo sean de personas religiosas y católicas en una comunidad). La búsqueda de un tótem para salvar la incertidumbre ante el deterioro del metarrelato nacional, con lo que éstas intentarán identificarse en un núcleo barrial. La evidencia de un sistema político y económico que poco tiene que ver con la participación de los ciudadanos en la esfera pública, pues se ha conformado una La evidencia de un Estado que ha caído en un perverso ciclo de autodestrucción en donde la realidad material se muestra tan mala que sólo la divinidad y no el

					

			
La evolución de los monumentos populares y de su correspondiente espacio urbano (de acción y público) desde la necesidad del control absoluto por el aparato estatal que transita por la construcción de una nueva identidad culmina en el paradigma actual como mecanismos de salvación. Éstos se insertan en una sociedad injusta (autopercibida o no) y a veces como una sociedad que busca un nuevo ideal de justicia.

			Los monumentos populares han sido la expresión urbano-arquitectónica más evidente de un continuo proceso de profanación o secularización de la esfera pública que se manifiesta materialmente en el espacio público, pero estos procesos nos son lineales, como se podría esperar de una tendencia mundial secularizante, por lo que es erróneo pensar que existe una secularización generalizada de las sociedades humanas a nivel mundial.

			Es notoria la existencia del proceso dialéctico de sacralización-secularización en donde, desde su fundación de la Ciudad de México y a lo largo de la historia, las sociedades se han construido a sí mismas decidiendo qué es sagrado para ellas, haciendo que los monumentos populares sean la evidencia material del citado proceso, en donde la construcción de lo sagrado determinará los rasgos identitarios de las personas sumergidas en la realidad de esa sociedad y en donde estos rasgos construirán lo sagrado.

			Finalmente, es justo reconocer que, así como alguna vez lo fueron las hornacinas y los monumentos patrios, los altares callejeros católicos constituyen, en la actualidad, el paradigma de sacralización del espacio público al construir una red que también tiene como objetivo mantener unificado un corpus de creencias, a través de disciplinar el conjunto de prácticas, que, si bien es diverso e informal, se desarrolla paralelamente al del clero, y en donde el intermediario necesariamente debe ser alguien del clero: el sacerdote. Por eso los altares callejeros católicos

			

				

				El caso de la Santa Muerte es una resquebrajadura del sistema de creencias católico que en algunas áreas no logra incluir a los que debería incluir: a los menos beneficiados de un sistema deteriorado, por lo que existen escisiones que de no renovar el discurso de la 'religión culta' en contra de la 'religiosidad popular' podría perder la oportunidad la Iglesia católica de unirse; al estar dominado por un clero muchas veces intolerante.

			42 son extensiones del templo con sus distintas cofradías que se reúnen en torno a ellos y generan relaciones identitarias en el espacio urbano de la colonia o el barrio. Es así que, de manera cotidiana, se lleva a cabo una labor ya mencionada por Gramsci

			

				

				Antonio Gramsci,
Como parte de un esfuerzo de difusión, se muestran distintas imágenes de altares callejeros en la Ciudad de México para un mejor carácter ilustrativo limitándolo a aquéllos que forman parte del culto católico, ya en algún momento se elaborará un estudio que haga énfasis en sus propuestas formales.

			
				 
			

			
				 
			

			
				 
			

			
				 
			

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Los monumentos populares son aquellas construcciones realizadas en el espacio urbano con el fin de exaltar la memoria advirtiendo los anhelos o ideales de una sociedad o comunidad que, organizada, contribuye en su realización ante la veneración de los símbolos que representa. El que monumentos populares tan distantes entre sí (como un altar callejero de un monumento patrio) sean populares radica en el hecho de que son la expresión física de una sociedad que se da forma a sí misma en la búsqueda de un querer ser de cierta forma. Son monumentos porque son y serán la memoria física de una sociedad en evolución; además de que otorgan significado a lugares urbanos poco articulados en la vida cotidiana. El carácter de monumento radica en su capacidad de vincular la memoria popular y el espacio urbano con estrategias que son más o menos compartidas por la sociedad que vive ese espacio urbano.

			En esta investigación se hace énfasis en los altares callejeros que muestran santos de la Iglesia católica apostólica y romana por su capacidad de acción, a diferencia de otros cultos que son poco extendidos.

			Ana María Portal, 'Las creencias en el asfalto: La sacralización como una forma de apropiación del espacio público en la ciudad de México',
Es necesario mencionar que, entre los altares callejeros, los que pertenecen al culto católico son los que más se adecuan a este paradigma, ya que el clero de la Iglesia católica (de mano de la feligresía) ha aprovechado en gran medida la reestructuración de su red nodal religiosa en un Estado débil, presentando la oportunidad de fortalecer esta red constituida por Catedrales, Basílicas, Parroquias, Templos y Capillas hasta Altares Callejeros para lograr la integridad del corpus de creencias al controlar el conjunto de prácticas y así evitar, en lo posible, la superstición y la herejía. Los altares callejeros a la Santa Muerte quedan fuera de esta red nodal y se insertan en otra que carece de la amplitud, forma y universalidad del culto católico romano.

			Laurette Sejourné,
Sejourné,
Norberto Bobbio, en
Desmond Morris
Sejourné,
Portal, 'Las creencias en…', 64; existe una liga conceptual entre diversidad y desigualdad: 'La ciudad de México es -por sus dimensiones, por la intensidad de su poblamiento y su histórica desigualdad- un espacio en donde se expresa la diversidad cultural y social del país'. Al parecer esta liga entre diversidad y desigualdad es inmemorial.

			La hierofanía es, a grandes rasgos, la manifestación de lo sagrado ante todos. Mircea Eliade profundizó en la definición del concepto. Mircea Eliade,
Aunque aquí Perry Anderson no reconoce el valor ideológico de la Iglesia católica, que se encargó por trescientos años de remendar ese 'montaje destartalado' que legitimaba en la persona del monarca al elegido por Dios como cabeza del Imperio. Perry Anderson,
Irma Cuevas et al., 'Los espacios urbanos', en
Guadalupe Toscano,
Martha Fernández,
Juan de Torquemada,
Johan Galtung, 'Contribución específica de la irenología al estudio de la violencia: tipologías', en
Enrique Florescano y Margarita Menegus, 'La época de las reformas borbónicas', en
Cuevas et al., 'Los espacios urbanos', 425; 'La reestructuración urbana denotó el interés del estado absolutista por contraponer un orden urbano civil -a través de cuarteles- que contrapesara el de las parroquias, estructurado a través del orden barrial, es decir, una nomenclatura racional y científica frente a una estructura simbólica religiosa'.

			Obra del escultor Antonio Piatti. La estatua se encuentra actualmente en la Colonia Morelos, a la cual dio nombre en los límites con Tepito, en un estado de cuidado actual que deja mucho que desear. Maximiliano escogió como emplazamiento original la llamada Plaza Guardiola que se encuentra frente al Palacio de los Condes del Valle de Orizaba (Casa de los Azulejos), lo que, sumado a un torrente de acciones políticamente equívocas, contribuyó a ganarse la animadversión de sus partidarios conservadores.

			Miguel Sánchez, La nueva era ¿Sacralización de lo profano o profanación de lo sagrado? (México: Cuadernos de Fe y Cultura UIA-ITESO, 1999), 24-25; '[La secularización] es, sin duda, un concepto multi-dimensional. Bajo la óptica multidimensional, secularización significa primeramente un proceso de laicización que implica que la religión pasa a ser una institución más entre otras muchas, ya sin la pretensión de ser globalizante'.

			El 'desamparo' y el 'hacer el paro' (proteger) son dos conceptos analizados ampliamente por Laura Roush, 'La informalidad, la Santa Muerte y el infortunio legal en la Ciudad de México', en
Krauze utiliza la frase 'pan o palo' para definir las prácticas políticas en las que se cooptaban personas y organizaciones por medio de dádivas para alinearse ideológicamente al PRI; que si las dádivas no funcionaban se aplicaban represalias. Enrique Krauze,
Carolina García y María Teresa Martín. 'Religiosidad popular: exvotos, donaciones y subastas', en
Eliade.
Erich Fromm.
Krauze,
Rhina Roux,
Es necesario aclarar que los módulos de vigilancia policial, aunque tengan un carácter arquitectónico cercano al de los monumentos populares, no son monumentos populares al no existir en ellos elementos de memoria o sacralización. A ese nivel se rebajó la sacralización laica del espacio público, pues los monumentos patrios respaldaban visualmente el pacto proveniente de la Revolución y los módulos de vigilancia evidencian, con todo su abandono, la muerte de ese pacto.

			La
En este sentido, los conjuros pronunciados para obtener algún beneficio son característicos de la hechicería, tal vez no tan baja hechicería como lo hubiera expresado Laurette Sejourné sobre la religión mexica, pero es evidente que sí existe algo de hechicería en nuestra democracia cuando se cree que de tanto pronunciar la palabra ésta existirá mágicamente, así como el Congreso de la Unión gasta recursos en difusión para repetir, una y otra vez, que hace bien las cosas.

			La repetición continua de un elemento intenta apoderarse, a veces de manera inconsciente, del objeto que se pronuncia o que se ilustra y así se puede obtener poder sobre ello. Ernst Gombrich, La historia del Arte (New York: Phaidon, 2015), 42; 'Es verosímil que [las pinturas rupestres] sean vestigios de aquella creencia universal en el poder de la creación de imágenes; en otras palabras, esos cazadores primitivos creían que con sólo pintar a sus presas —haciéndolo tal vez con sus lanzas o sus hachas de piedra— los animales sucumbirían también a su poder'. Por eso la repetición es un elemento muy valioso en el discurso, porque la idea se convierte en palabra y con esto se transporta, casi mágicamente, del plano abstracto al plano material. Morris en 'El mono desnudo' también le otorga un poder considerable, pero se detiene a estudiar los efectos negativos de ésta, porque para él 'la rítmica repetición de un acto hace que éste parezca cada vez más familiar y 'seguro'. En vez de realizar una gran variedad de actividades heterogéneas, el individuo retraído se aferra a las pocas que conoce mejor. Para él, el viejo dicho: 'Quien no juega, nada gana', se convierte en: 'Quien no juega, nada pierde'', Morris, El mono desnudo, 120.

			Octavio Paz,
Robert Nozick,
Hay que reiterar que los altares callejeros aquí mencionados se refieren mayormente a los que representan imágenes de la religión católica, ya que éstos, a diferencia de los que son realizados por el culto de la Santa Muerte, forman parte de una red mucho más fortalecida entre los templos, de modo que las misas celebradas comúnmente en ellos el 12 de diciembre y/o el 28 de octubre de cada año pueden constituir un verdadero paradigma de sacralización del espacio urbano.

			Roush, 'La informalidad…', 224.

			Este tipo de frases es muy común, pero destaca sobre todo las siguientes dos palabras: 'ni modo', dos palabras que encierran una enorme resignación cuyo aspecto positivo puede radicar en su estoicismo que podría permitir aceptar los sucesos que se presentan en la vida como para poderlos enfrentar y superar, porque se acepta el hecho de que hay cosas que no se pueden cambiar. El aspecto negativo de la frase citada podría degenerar en una sumisión total a un estado de cosas, una realidad o cotidianeidad ante la cual la persona se sabe (y no solamente se siente) impotente. En otros casos, la solución puede ser distinta y se liga a los cultos de muerte, en donde se puede inscribir el culto a la Santa Muerte.

			El caso de la Santa Muerte es una resquebrajadura del sistema de creencias católico que en algunas áreas no logra incluir a los que debería incluir: a los menos beneficiados de un sistema deteriorado, por lo que existen escisiones que de no renovar el discurso de la 'religión culta' en contra de la 'religiosidad popular' podría perder la oportunidad la Iglesia católica de unirse; al estar dominado por un clero muchas veces intolerante.

			Antonio Gramsci,